viernes, noviembre 10, 2006

Mal rollo navideño

Ya está aquí. Comienza la campaña de bombardeo navideño. Ya están colgadas las lucecitas en muchas calles y en televisión ya comienzan los anuncios ñoños de juguetes, turrones, colonias, y del calvo de la gabardina que va soplando coca para que el personal se coloque la careta de la felicidad navideña.

El día menos pensado sonarán los dichosos villancicos (que son como canciones de la tuna) y aparecerá el gordo ése que se disfraza con un traje rojo y blanco para poder tocar impúnemente a los niños sin que nadie le pueda acusar de pedófilo. ¡Hey, padres! ¿No se os ha ocurrido pensar que debajo de ese disfraz de abuelito bonachón puede haber un pederasta que lo único que desea es tener a tu hijo sentado sobre sus piernas para poder toquetearle mientras babea bajo la barba postiza?

Comienza la época en la que todo el mundo se vuelve loco comprando compulsivamente cualquier necedad para poder regalarla y quedar bien. Te toca hacer cola para entrar en el parking, colas en los cajeros, colas en los lavabos y otra vez cola para salir del parking. Porque ¡Amigo! ¡Ay del que se le ocurra rebelarse contra la sagrada tradición navideña! La cosa puede acabar en "puertohurraco".

¿Tradición? ¡Y una mierda! Vale que los "magos" le ofrecieran sus presentes al Suso, pero si los viejos del tal Suso le siguieron haciendo regalos cada año (cosa que dudo) no era por mantener una tradición. ¡Eran regalos de cumpleaños pal Suso! ¿Entonces qué coño hacemos el resto de la humanidad 2000 años despues arracimados en las grandes superficies buscando regalos de cumpleaños para gente que no cumple años?

Luego está el rito de las comilonas. Y como las familias ahora son multiculturales (como dicen los idiotas) pues se celebra la cena de Nochebuena, la comida de Navidad, la comida de San Estebán, la cena de Nochevieja, la comida de Año Nuevo y por fín la comida de Reyes. ¡Ah, y la comida de la empresa para ir entrando en calor! Total, que en 15 días, en 7 comilonas, te metes en el cuerpo las calorías que necesita para sobrevivir todo un año una tribu de gabonis.

Y el día 8, con el colesterol supurándote por las orejas y la tarjeta de crédito más afilada que la katana de un samurai, te colocas los gayumbos que te han regalado, te bañas en la colonia que te han regalado, y ¡hala, a currar!. Coges el transporte público y te encuentras con gilipollas como tú, con sus gayumbos nuevos, su pestilente colonia nueva, su colesterol supurándoles por las orejas y su tarjeta-katana que repiten para sus adentros: ¡Mecagoenlaputanavidá!!!!!

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